Ares 2012. Acción Mutante estuvo allí.
La mañana era fría y lluviosa. A las 0630 de la mañana, la noche cubría el campo de juego con su manto de oscuridad y silencio, ahogando cualquier comentario. Mientras un miembro de la organización nos conducía al corazón del terreno, una hilera silenciosa le seguía sin pronunciar palabra.
-“Fuera las linternas, joder!!! Sólo luz roja!”
No podemos saber si estamos solos. Entramos en juego como Special Forces, pero lo mejor es ser cautelosos: no es la primera vez que hemos visto que a un equipo se la juegan en este sentido. Piensas que eres de los primeros en desplegar y…. pum! A los cinco minutos estás rodeado y sin poder reaccionar. Las órdenes son de mantener alerta total.
La oscuridad es completa. El organizador nos abandona. “Suerte” nos espeta. Formamos un pequeño perímetro, sacamos un mapa, e intentamos orientarnos. Con un GPS intentamos ver cuál es nuestra posición aproximada. Pronto recibimos las primeras órdenes de Nido: avanzar hasta una posición en el mapa detrás de las líneas enemigas. Nos ponemos en marcha. La noche y la llovizna no favorecen el marchar deprisa. Pronto topamos con nuestro primer obstáculo: una alambrada de espino. ¿Nos habremos perdido? Esto parece uno de los límites del campo. No puede ser. Revisamos otra vez el mapa. Intentamos triangular otra vez nuestra posición. Los caminos seguidos parecen correctos, pero esa alambrada… no tiene sentido. Pronto nos damos cuenta que una de las líneas del mapa representan esa valla, y que marca uno de los límites del campo. Perfecto. Vamos bien. Pero habrá que dar un pequeño rodeo.
Después de 10 minutos de caminata, llegamos al punto estipulado.
Lo marcamos en el GPS como nuestra zona de Retirada 1. Está lejos de cualquier camino y proporciona una cobertura de vegetación suficiente. No nos da tiempo ni a sentarnos, y tenemos nuevas órdenes del Nido: desplazarnos a una pequeña población donde un equipo de organización nos proporcionará una camilla. La necesitaremos.
Nos movemos inmediatamente, ya que en 5 minutos estarán allí. Marchamos rápido bajo la lluvia, que arrecia un poco más fuerte. Pronto llegamos al pueblo, en las coordenadas indicadas por Nido.
Observamos durante unos minutos… pero nada. Montamos un perímetro defensivo. Estamos un poco nerviosos. De pronto, vemos una linterna que se agita en la noche. Kentaki y Mite van interceptar el paquete. A lo lejos, vemos como la linterna se detiene… no vemos lo que pasa. Pero en menos de un minuto, están de vuelta con la camilla. La guardamos en una mochila, y retrocedemos a nuestra zona de seguridad registrada previamente.
Una vez allí, volvemos a recibir órdenes del Nido: inteligencia informa de fuerzas enemigas que se dirigen a una población cercana. Número indeterminado de soldados y vehículos. Debemos tomar una posición ventajosa en altura, fotografiar y grabar en vídeo el avance, contabilizando: número de efectivos, vehículos, tipos de armamento… un informe completo.
Nos desplazamos rápidamente hasta la posición indicada. O eso creemos nosotros. Parece que nos hemos desviado un poco. Hacemos un perímetro, y colocamos un par de observadores. La cámara de Franpo empieza a hacer fotos. Hay movimiento enemigo. Una furgoneta, un todoterreno azul, una veintena de enemigos equipados de manera diversa… no llegamos a distinguir sus réplicas. El sitio al que hemos llegado es bueno, pero está un poco lejos.
Pasamos un buen rato recopilando información vital. El contacto con Nido es constante, detallando la información todo lo que podemos. No obstante, nos piden la info redactada y catalogada, con las fotos, y que se la enviemos por satélite. Rápidamente desplegamos el ordenador portátil, la conexión a internet, y la cámara de fotos conectada. Comienza a llover un poco más fuerte, lo que me obliga a refugiar medio cuerpo en una bolsa de plástico con el ordenador dentro. No es la posición más cómoda, pero redactamos el informe, y le pedimos al Nido la dirección segura a la que hay que enviarlo. Sin embargo, hay nuevas órdenes. Un contacto de la CIA se reunirá con nosotros para recuperar la información.
Malas noticias para el equipo. Un agente de campo suelto, el terreno repleto de enemigos… parece una mala idea.
Nos ponemos en marcha, recogemos el equipo, y nos dirigimos a un punto desde el que podamos observar al contacto. Desde la seguridad de nuestra colina, Franpo divisa a través de la mira de su sniper al agente. Viene caminando, campo a través, como si viniera a recoger setas. El equipo se acochina, preparado para cubrir la retirada si se diese el caso, Choche y yo bajamos a interceptarle. Descendemos a toda velocidad por la colina, y alcanzamos a nuestro hombre en mitad de un bosquecillo al borde del camino que rodea la colina donde nos encontramos. Éste se sobresalta, ya que de repente, de la maleza, salen dos tíos apuntándole a la cara con sus réplicas.
Mirándole a los ojos, le grito: “Mamá!!!”
Un segundo después Choche le espeta, sin dejar de apuntarle: “MAMÁ!!!!!!!”
–“Ca…caliente!”– balbucea el contacto.
Menos mal. Un segundo más sin contestar nuestra clave y le hubiéramos atiborrado de bolas biodegradables.
Nos aseguramos de que no le han seguido, y le llevamos a nuestro campamento improvisado. Después de intercambiar saludos, impresiones, y algo de saliva, le indico al contacto que saque su pincho para pasarle toda la info. Pero… no hay pincho. Tiene que ser por escrito. Maldecimos en arameo, informando al contacto que a menos que haya una papelería cerca, no vamos a poder imprimir, nos hemos dejado la imprenta portátil en casa. Hay que joderse. Después de todo el material movilizado, el portátil, baterías, cámaras… el jodido contacto de la CIA no se trae un pincho para guardar toda la información. Recuérdenme que ponga una queja en Langley.
Pasamos al plan B: pasar toda la información por Guasap. Mite, ducho en estas lides, pese a sus dedos morcillescos, guasapea toda la información mientras humilla al contacto y su torpeza.
Nido vuelve a contactar con nosotros. Nos pide localización y estado. Mite informa que nos encontramos fuertes y formales. Nos indican que peinemos la zona, hay sospechas de fuerte actividad enemiga en la zona, y tenemos que averiguar por qué. Nos colocamos en formación de guerrilla, avanzando lentamente y alerta. Kentaki hace de hombre punta. Llegamos al borde de un acantilado, desde el cual divisamos buena parte del campo. En uno de los limites, a unos 500 metros, detectamos 3 tiendas de campaña grande. Una bandera serbia ondea en el campamento. Tropas enemigas patrullan el perímetro, otros cuantos charlan en el exterior de las tiendas… parece que hemos localizado la base serbia.
Informamos a Nido. Todo va bien, no nos han detectado. Nido nos felicita por haber localizado la base, eso cambia los planes. Franpo solicita acercarse un poco más para poder observar con detalle a través de la mira de su sniper. Tras el OK, le cubrimos, mientras se quita la mochila y se desliza como una anguila bajo la vegetación. Pasan los minutos… y se escuchan varios disparos. Franpo vuelve a toda velocidad, con la secundaria en la mano. Al parecer, ha tenido un encuentro fortuito con un enemigo que daba una vuelta de reconocimiento. Franpo, haciendo gala de una enorme sangre fría, observa que está demasiado cerca como para eliminarle con su sniper. Los dos han desenfundado sus secundarias, y Franpo ha hecho varios disparos intimidatorios antes de huir. Sabe perfectamente que la ocultación y la sorpresa es nuestra mejor arma, así que retrocede a toda velocidad y nos advierte antes de que descubra a todo el equipo. En un suspiro, nos hemos incorporamos y huimos a toda velocidad. No esperamos a nadie. Ni siquiera a Franpo, que tiene que coger su mochila y salir por patas como puede. Cuando nos hemos alejado unos 300 metros, y al abrigo de un muro de piedra, tomamos posiciones y nos apostamos, esperando a que todos los componentes del equipo estén a cubierto. Sólo falta Franpo. Estamos en vilo…
A los dos minutos aparece. El resto no hemos recuperado aún el resuello. Nos acochinamos en el muro, y observamos, apuntando con nuestras réplicas en la dirección de la que hemos venido. Nada. Ni un alma. Pero no tardarán en llegar. Probablemente hayan dado la alarma y una patrulla se nos eche encima en cualquier momento. Informamos al Nido y nos replegamos hasta un cuadrante alejado, cerca de la zona de influencia de la OTAN.
Nido nos da el OK, y nos pasa un cuadrante seguro, advirtiendo que pronto nos darán información sobre una misión que tienen para nosotros. Debemos pasar a una posición segura que nos indican, pronto nos darán más información. Una batería SAM ha derribado un avión-espía. Pero el piloto ha logrado saltar, y la radio-baliza emite una señal clara. Hay que rescatarle, encontrar la caja negra del avión, y llevar piloto y caja negra a la base de la OTAN.
Nido nos indica la posición en el mapa. Trazamos una ruta segura, rodeando el campo, y evitando los núcleos de población. Avanzamos atentos a posibles patrullas. Las reglas de enfrentamiento son no entablar combate. Si alguien ve algo, se advierte al equipo, y se deja que pase la amenaza. Si no queda más remedio que tener un enfrentamiento directo, golpeamos lo más duro posible, y nos replegamos a posición segura. Hay que evitar las bajas a toda costa.
Llegamos a la posición indicada por el Nido. El avance es a través de una especie de camino estrecho abandonado, delimitado una hilera de adoquines grises. La vegetación se ha echado encima de la vía, lo que nos permite avanzar rápido y con cierta seguridad. De repente, a lo lejos, nuestro hombre en punta hace una señal. Todos nos detenemos inmediatamente, y buscamos cobertura:
– “Quietos… que hay en ese árbol…?”
Todo el equipo se paraliza.
– “Joder… parece un… paracaídas..!!”
Nos acercamos con mucha cautela. Es el piloto derribado, que se encuentra en la copa de un árbol. El paracaídas se ha enredado en las ramas… aunque él se mueve y parece que está consciente. No nos dejamos ver. Kentaki da un rodeo, deslizándose como una serpiente hasta el árbol donde cuelga. El resto formamos un perímetro. Pero algo va mal… por entre los setos veo un par de sombras que se mueven. Advierto al equipo por radio. Todos quietos. Mite se acerca con sigilo al seto, junto a Choche. Me hace una señal, preparado para asaltar. Yo les cubro a unos 15 metros, y Franpo detrás, también les cubre con el rifle de francotirador.
– “Atención, fuerzas de la KFOR presentes, identifíquense!!!!”.
Nadie contesta. Vuelvo a gritar:
– “FUERZAS DE LA KFOR, IDENTIFÍQUENSE O ABRIMOS FUEGO!!!!”
Silencio, y la sombra detrás del seto se mueve. Empiezo a granear disparos hacia el seto, para mantener sus cabezas gachas, mientras Choche y Mite asaltan la posición por un flanco, y Kentaki por el otro. Se escucha un grito ahogado:
– “Organización!!! Organización!!!
Que decepción… parece que hemos emboscado a un equipo de la organización que se encontraba haciendo fotos en el lugar… menudo fiasco.
Rápidamente procedemos a liberar al piloto. Se crea un perímetro y empiezo a trastear para bajarlo. Sin embargo, aparece un equipo de la KFOR que sale de la nada disparando sin mediar palabra. Varios de nosotros caemos eliminados.
Nos han emboscado… nuestras propias fuerzas.
Mientras su médico se afana en curarnos, discutimos con el mando de la unidad. Es un jugador veterano al que conozco desde hace algunos años. Le digo:
– “Os habéis cubierto de gloria, coño. Habéis eliminado a medio pelotón de fuerzas amigas…”.
Disculpas y caras de “La hemos cagado.”
Cargan al piloto en la camilla y se marchan. Nosotros nos quedamos por allí. Antes de la emboscada y el fuego amigo, Kentaki ha interrogado al piloto, que le ha dado la localización de la caja negra. No está lejos. Avanzamos por el campo, alerta ya que el Nido nos advierte que la zona está apestada de enemigos buscando al piloto y, probablemente, la caja con los discos duros con las fotos que había sacado el avión. No tardamos mucho en establecer contacto con una unidad enemiga. Son seis o siete efectivos… a los que atacamos con decisión. Estamos justo en la posición en la que se encuentra la caja… ahora encuéntrala.
Después de un breve tiroteo, Rumano se marca unas bajas, y los enemigos se retiran. Pero lo más importante: encontramos la caja.
Comienza una carrera desenfrenada por llegar a territorio seguro en la base de la OTAN. Avanzamos muy rápido, con la caja a cuestas. Las fuerzas comienzan a fallarnos, es casi mediodía, y ya arrastramos el cansancio de las seis primeras horas sin parar. Finalmente, sin resuello, desfallecidos, llegamos al campamento de la OTAN, situado al otro lado del campo.
Una vez allí, informamos al mando, Labajo. Mientras tanto, la gente se va a deshaciendo de las mochilas, y se va acomodando para descansar un poco en el campamento. Consultamos con el Nido, y nos da una hora para descansar. Comemos rápido, bebemos, reponemos las cantimploras, e incluso echamos una cabezada.
Sin embargo, la hora de descanso pasa rápido. Tropas amigas llegan al campamento, indicando que han intentado volar una batería antiaérea del enemigo, pero que les ha resultado imposible. El enemigo está acochinado a su alrededor, más agarrados que una garrapata. Se nos iluminan los ojos, y pedimos permiso al Nido: la destrucción de la batería es nuestro siguiente objetivo.
Nos aproximamos a la posición de la batería, que se encuentra en el perímetro de un conglomerado de estructura de casas, canales, y explanadas de cemento. Perfecto para una emboscada. Nos acercamos en silencio por la parte norte, que está en altura y nos permite asaltar la posición con ventaja. No hay patrullas de vigilancia en los alrededores. Sin embargo, antes de poner un pie y entrar en la estructura, comienzan las hostilidades. Varios enemigos nos detectan y comienzan a abrir fuego. El combate es épico. Hacemos multitud de bajas, las bolas vuelan en todas direcciones. Pero ha habido suerte, hemos pillado al enemigo por sorpresa y hemos golpeado duro, lo que nos permite abrir brecha y consolidar nuestra posición.
Localizamos el antiaéreo, y Mite se desplaza como una rata almizclera, eliminando a dos enemigos en su camino, y acochinándose tras el cañón antiaéreo. Aunque yo le estoy cubriendo, pronto empezamos a recibir fuego: hay un médico que ha logrado curar a varios eliminados, y están intentando evitar a toda costa que volemos el objetivo. Mite habilidoso coloca el explosivo con unas bridas. Tira de la anilla, gritando: “Explosivo colocado!!!!”. Nos retiramos a una distancia de seguridad tras un muro a unos seis metros del objetivo, y…
La granada no explosiona. La muy hija de su madre. No explosiona.
Nos miramos con cara de bobo, pero salimos del ensimismamiento rápidamente, ya que los enemigos nos hostigan, cosiendo nuestra posición a bolazos. Mientras les devuelvo el fuego desde la esquina, Mite manipula mi bolsillo: tengo otra granada, pero hay que montarla y fijarla. Bridas le quedan. Mientras Kentaki y Rumano nos cubren por encima, Franpo y Choche cubren la zona norte. Se están poniendo finos de bajas. Mite termina de montar la granada, momento en el que un acertado disparo –Kentaki, Rumano, no sabemos quién, no nos importa, es el EQUIPO– elimina al médico rival. Eso nos da hueco para volver a correr y volver a acochinarnos tras el cañón, y mientras Mite prepara la granada, sigo disparando y quemando cargadores RealCap. Ni los recojo ya, según van cayendo, van al suelo y pongo otro. Mite monta la granada, se pone a cubierto, y mientras me cubre la retirada disparando enloquecido, tiro de la anilla y ruedo hasta la cobertura. A los 4 segundos aproximadamente, se escucha un petardazo. BOOOOOOM!!!!! Ésta vez sí. Objetivo eliminado!!!
Nos replegamos al cuartel en la población de Racak, donde tenemos una reunión con Nido, y aprovechamos para re-aprovisionarnos de vendas en el hospital. Nos encomiendan una nueva misión. El odio se refleja en los ojos del Comandante de las fuerzas de la OTAN. Nos ordena específicamente acabar con el Comandante de las Fuerzas Serbias. Alguien al que se conoce como: Marine.
Las noticias para las fuerzas de la OTAN son esperanzadoras. Se ha hecho retroceder a los serbios, y se están pacificando y controlando los asentamientos que tenían bajo su control. Eso nos permitirá intentar la eliminación del objetivo.
Durante la tarde esa fue nuestra misión. Los serbios se encontraban bien atrincherados en su base. Aunque tenían peligrosas patrullas desplegadas por el campo, que salían de vez en cuando. Por el camino encontramos un equipo de la KFOR que se dirigía hacia la base serbia… y nos unimos a su ataque. Sin embargo, estaba bien defendida. Intentamos coordinar un ataque bajando por un flanco a cubierto de vegetación y de difícil acceso… pero cuando estábamos abajo, la indecisión y el ser los únicos equipos que atacaban en ese momento permitió a los serbios defenderse por ese flanco, y coger nuestra espalda. De camino al hospital, examinando que habia salido mal, decidimos hacer otra intentona por el flanco opuesto, a través de un espeso bosque, que estaba plagado de fuerzas enemigas. La victoria era nuestra, pero el Comandante Marine se resistía a su eliminación. Ya te cogeremos en otra ocasión.
El milsim terminó con felicitaciones a los organizadores, a los equipos participantes, sorteos y premios.
Nuestra evaluación general del milsim fue bastante satisfactoria. Fue un evento duro, no paramos un momento, y daba la sensación de que la organización tuvo las cosas muy atadas. Al menos, en nuestro papel de Special Forces.
En definitiva, una de las mejores partidas del año insuperable en relación calidad precio. Nunca he ido a una partida tan completa por 15 euros, salvo la Operación Río Cauca. Aunque en mi humilde opinión, Ares 2012 ha sido una partida superior. Da gusto ir a un evento de estas características y que se note todo el trabajo previo al evento que la organización ha hecho. Si además, el día del evento las cosas salen bien, solo que da descubrirse y felicitarles.
Un abrazo muy grande para los organizadores y los participantes, tanto en bando amigo como enemigo, creo que todos hicimos un gran esfuerzo y elevamos el airsoft a una categoría épica durante unas horas.
WHOA!